Home | Novidades | Revistas | Nossos Livros | Links Amigos La Persona en América
Rafael M. De Gasperin Gasperin
rgasperi@campus.ver.itesm.mx
El presente trabajo pretende reflexionar sobre la noción de persona inspirada en los textos de Santo Tomás de Aquino, en la encílicica Fides et Ratio y el documento sinodal Ecclesia in América. La razón que atañe a esta reflexión es responder al llamado del presidente de La Sociedad Tomás de Aquino (SITA), - el Dr. Abelardo Lobato OP - durante su estancia en la capital de nuestro país en la primer asamblea ordinaria de la SITA Ciudad De México, quien invitó a tomar los textos del Aquinate y revisar nuestros tiempos a la luz de sus escritos.
La mejor manera de iniciar esta reflexión sobre el concepto de persona es sustentándola en dos de los documentos más significativos para el ámbito de América y de la educación, siendo estos, la encíclica antes mencionada (Fides et Ratio) y el documento sinodal (Ecclesia in América) americano. “América como una realidad única.” [1] reanima la invitación del Dr. Lobato para quienes vivimos este continente como personas. Ser persona en América tiene su singularidad y su accidentalidad, por ello, urge siempre una clara noción del sí mismo de la persona para no perder en la riqueza de la diversidad la unidad, pues si bien la diversidad nos muestra al hombre Americano, la unidad nos convoca a valorarlo.
1. Los primeros pasos de la Persona.
“Se ha discutido si los griegos tuvieron o no una idea de la persona en cuanto “personalidad humana”. La posición que se adopta al respecto suele ser negativa, pero aunque es cierto que los griegos -especialmente los griegos clásicos- no elaboraron la noción de persona en el mismo sentido que los autores cristianos, se puede presumir que algunos tuvieron algo así como una intuición del hecho del hombre como personalidad que trasciende su ser “parte del cosmos” o “miembros del estado-ciudad” tal podría ser, por ejemplo, el caso de Sócrates. Además aunque es cierto que el centro de la meditación de los filósofos “helenísticos –estoicos, neoplatónicos, epicúreos, etc.” fue el “mundo” o el “ser”, en muchos casos tal meditación estaba dirigida, conscientemente o no por una antropología filosófica en la cual el hombre disfrutaba de algún modo de alguna “personalidad” [2] es así como a partir de la cultura griega, como un ejemplo más se corrobora lo expresado por K. Woytyla en Fides et Ratio “en este sentido es posible reconocer, a pesar del cambio de los tiempos y de los progresos del saber, un núcleo de conocimientos filosóficos cuya presencia es constante en la historia del pensamiento. Piénsese, por ejemplo, en los principios de no contradicción, de finalidad, de causalidad, como también en la concepción de la persona como sujeto libre e inteligente y en su capacidad de conocer a Dios, a la verdad y al bien; piénsese, además, en algunas normas morales fundamentales que son comúnmente aceptadas”. [3] José Ferrater Mora por su parte señala que “la noción de persona dentro del pensamiento cristiano fue elaborada, por lo menos en los comienzos, en términos teológicos, a menudo por analogía, con términos o conceptos antropológicos” [4] propone, así que en el concilio de Nicea en el año 325 reunido por ordenes del “Emperador Constantino durante el pontificado de San Silvestre... Definió la consubstancialidad del Verbo, largamente defendida por Atanasio, diácono de Alejandría; sancionó los privilegios de las tres sedes patriarcales de Roma, Alejandría y Antioquía, y extendió a toda la Iglesia la costumbre romana concertando la fecha de la celebración de Pascua. El Verbo es verdadero Hijo de Dios, de la misma substancia del Padre, y por lo tanto verdadero Dios.” [5] “En este caso, el lenguaje fue el Griego, y una de las cuestiones principales debatidas fue la cuestión de la relación entre “naturaleza” y “persona” en Cristo...así pues tras el debate se establece que Cristo tiene una doble naturaleza -la divina y la humana- pero tiene sólo una persona, la cual es única e indivisible.” [6] Tal afirmación es corroborada en la encíclica al mencionarse que “El es la Palabra eterna, en quien todo ha sido creado, y a la vez es la Palabra encarnada, que en toda su persona (30) revela al Padre (cf. Jn. 1, 14.18). Lo que la razón humana busca «sin conocerlo» (Hch 17, 23), puede ser encontrado sólo por medio de Cristo: lo que en El se revela, en efecto, es la «plena verdad» 1, 14-16) de todo ser que en El y por El ha sido creado y después encuentra en su plenitud (cf. Col 1, 17)” [7] “En efecto, "el Verbo de Dios, asumiendo en todo la naturaleza humana menos en el pecado (cf. Hb 4, 11), manifiesta el plan del Padre, de revelar a la persona humana el modo de llegar a la plenitud de su propia vocación [...] Así, Jesús no sólo reconcilia al hombre con Dios, sino que lo reconcilia también consigo mismo, revelándole su propia naturaleza” [8] y por ende su persona. Más aún dice Juan Pablo II “Sobrepasando el fin mismo hacia el que inconscientemente tendía por su naturaleza, la razón pudo alcanzar el bien sumo y la verdad suprema en la persona del Verbo encarnado” [9] “Gracias al conjunto de estas proposiciones el creyente llega a conocer la historia de la salvación, que culmina en la persona de Jesucristo y en su misterio pascual. En este misterio participa con su asentimiento de fe” [10] “por esto invita a la filosofía a esforzarse en buscar el fundamento natural de este sentido, que es la religiosidad constitutiva de toda persona” [11]
2. El supuesto.
Ahora bien, abordar el concepto de “persona” nos leva necesariamente a retomar “el supuesto”. “Llamamos supuesto a la esencia considerada como lo que es, es decir, como sujeto concreto de la existencia. En el mundo corpóreo, el supuesto incluye materia y forma, es individual, al paso que la palabra esencia designa más frecuentemente de una manera abstracta, la naturaleza específica. Cuando un supuesto se haya dotado de Inteligencia, de voluntad, y, por tanto, de una perfecta conciencia de sí mismo, recibe el nombre de persona” [12] La persona es el supuesto dotado de Inteligencia y Voluntad. Es un supuesto plenificado Por esta razón y “en este sentido, la metafísica no se ha de considerar como alternativa a la antropología, ya que la metafísica permite precisamente dar un fundamento al concepto de dignidad de la persona por su condición espiritual. La persona, en particular, es el ámbito privilegiado para el encuentro con el ser y, por tanto, con la reflexión metafísica” [13] .
3 La influencia de Boecio
A lo largo de la historia Boecio ha influido notablemente sobre la noción de persona, pues él mismo ha señalado que el sentido de persona como “mascara” ha sido solo un punto de partida sobre el cabal significado del término.
“Este autor se refirió al sentido de Persona como “máscara”, pero puso de relieve que este sentido es sólo un punto de partida para entender el significado último de “persona” en el lenguaje filosófico y teológico. Y en su Liber de persona et duabus naturis (Cap. III), Boecio proporcionó la definición de persona que fue tomada como base por casi todos los pensadores medievales: Persona est naturae rationalis individua sustancia – la persona es una sustancia individual de naturaleza racional - La persona es una sustancia que existe por derecho propio, sui juris, y es perfectamente incomunicable.” [14] “Por esto el acto con el que uno confía en Dios siempre ha sido considerado por la Iglesia como un momento de elección fundamental, en la cual está implicada toda la persona. Inteligencia y voluntad desarrollan al máximo su naturaleza espiritual para permitir que el sujeto cumpla un acto en el cual la libertad personal se vive de modo pleno. En la fe, pues, la libertad no sólo está presente, sino que es necesaria. Más aún, la fe es la que permite a cada uno expresar mejor la propia libertad. Dicho con otras palabras, la libertad no se realiza en las opciones contra Dios. En efecto, ¿cómo podría considerarse un uso auténtico de la libertad la negación a abrirse hacia lo que permite la realización de sí mismo? La persona al creer lleva a cabo el acto más significativo de la propia existencia; en él, en efecto, la libertad alcanza la certeza de la verdad y decide vivir en la misma.” [15] De ahí que ésta sustancia individual de naturaleza racional que existe por derecho propio está libremente dispuesta a la realización de sí misma, esto es, de su ser personal.
4 Santo Tomás distingue a la persona
“Santo Tomás trato de la noción de persona en varios lugares de sus obras; así 1 sent., 29 1 c. Cont. Gent., III, 110 y 112 y sobre todo, S. Theol., I, q. XXIX. Santo Tomás recuerda asimismo la definición de Boecio y manifiesta que mientras la individualidad se encuentra, propiamente hablando, en la sustancia que se individualiza por sí misma, los accidentes no son individualizados por una sustancia. – como por otro lado decía Boecio: aliae substantiaesunt, aliae accidentes, et videmus personas in accidentibus non posee constitui – Por eso las sustancias individuales reciben un nombre especial: el de la hipóstasis” [16] o sustancias primeras. Ahora bien, como los individuos se encuentran de manera todavía más especial en las sustancias racionales que poseen el dominio de sus propios actos y la facultad de actuar por sí mismas, los individuos de naturaleza racional poseen, entre las primeras sustancias, un nombre que las distingue de todas: el nombre de persona. Así pues, se dice de la persona que es sustancia individual con el fin de designar lo singular en el género de la sustancia y se agrega que es de naturaleza racional para mostrar que se trata de una sustancia individual del orden de las sustancias racionales. A diferencia de hipóstasis de la subsistencia de un ser y de la esencia o naturaleza de una cosa expresada en la definición, “persona” designa el soporte individual racional. Por eso dentro de la categoría de los seres racionales la persona es también hipóstasis o subsistencia” [17] ”Esta intelección abstractiva en la cual se implican el ser y el conocer, puede ser profundamente alterada, como pasa con Occam, cuando se identifica la sustancia con la esencia y toda realidad con los accidentes: Por lo primero, el ser se transforma en una noción vacía que “llena” la razón univocante; por lo segundo, como los accidentes solo se muestran en la experiencia sensible, se funda una especie de fenomenismo empirista: Se ha perdido el ser y, con él, paradójicamente, el singular. [18] por ello, “se ha de destacar que las verdades buscadas en esta relación interpersonal no pertenecen primariamente al orden fáctico o filosófico. Lo que se pretende, más que nada, es la verdad misma de la persona: lo que ella es y lo que manifiesta de su propio interior. [19] “Conviene recordar que el fundamento sobre el que se basan todos los derechos humanos es la dignidad de la persona. En efecto, "la mayor obra divina, el hombre, es imagen y semejanza de Dios. Jesús asumió nuestra naturaleza menos el pecado; promovió y defendió la dignidad de toda persona humana sin excepción alguna; murió por la libertad de todos. El Evangelio nos muestra cómo Jesucristo subrayó la centralidad de la persona humana en el orden natural (cf. Lc 12, 22-29), en el orden social y en el orden religioso, incluso respecto a la Ley (cf. Mc 2, 27); defendiendo el hombre y también la mujer (cf. Jn 8, 11) y los niños (cf. Mt 19, 13-15), que en su tiempo y en su cultura ocupaban un lugar secundario en la sociedad.” [20] “Incluso la concepción de la persona como ser espiritual es una originalidad peculiar de la fe.” [21]
5 La dignidad de la persona
“La dignidad es inherente al hombre y es al mismo tiempo una difícil conquista, un auténtico reto que el cristiano no puede dejar sin respuesta. Resuena potente aún en nuestro tiempo de grandes olvidos la voz de San León Magno Reconoce cristiano tu dignidad. El tema de la dignidad es el tema del futuro del hombre. Parafraseando una célebre frase de Malraux, podemos afirmar que el hombre del siglo XXI conquista su dignidad o fatalmente pierde su humanidad” [22] , “así lo confiesan – también – los mejores antropólogos del siglo XX. Max Scheler y Martín Heidegger, no tienen rubor en afirmar que nunca supimos tantas cosas sobre el hombre como sabemos ahora merced a las ciencias del hombre, pero la verdad es que nunca el hombre ha ignorado, como en nuestro siglo XX, lo que en verdad es el hombre”. [23] Hoy en día, “la existencia de un Estado de Derecho implica en los ciudadanos y, más aún, en la clase dirigente el convencimiento de que la libertad no puede estar desvinculada de la verdad. En efecto, reiteran al unísono los obispos americanos "los graves problemas que amenazan la dignidad de la persona humana, la familia, el matrimonio, la educación, la economía y las condiciones de trabajo, la calidad de la vida y la vida misma, proponen la cuestión del Derecho". Los Padres sinodales han subrayado con razón que "los derechos fundamentales de la persona humana están inscritos en su misma naturaleza, son queridos por Dios y, por tanto, exigen su observancia y aceptación universal.” [24] No obstante lo anterior, el mundo contemporáneo nos urge a revisarla noción que el individuo de ésta época tiene sobre sí mismo. Subraya Karol Woytyla “Sin embargo, los resultados positivos alcanzados no deben llevar a descuidar el hecho de que la razón misma, movida a indagar de forma unilateral sobre el hombre como sujeto, parece haber olvidado que éste está también llamado a orientarse hacia una verdad que lo transciende. Sin esta referencia, cada uno queda a merced del arbitrio y su condición de persona acaba por ser valorada con criterios pragmáticos basados esencialmente en el dato experimental, en el convencimiento erróneo de que todo debe ser dominado por la técnica.” [25]
Es esta perspectiva y desde un continente jóven “los Padres sinodales consideran que la Iglesia en América debe ser abogada vigilante que proteja, contra todas las restricciones injustas, el derecho natural de cada persona a moverse libremente dentro de su propia nación y de una nación a otra” [26] Más aún que el ser americano se plantee sabiéndose ser persona.
Las evidencias actuales muestran como “La antropología moderna, encerrada en el estrecho recinto de la inmanencia, es capaz de plantear el problema, pero no tiene capacidad de resolverlo. Quizá esta impotencia de la moderna subjetividad, es la que traumatiza de tantos modos nuestra cultura. Santo Tomás advertía en su tiempo la angustia profunda de los grandes ingenios a no tener una clave de solución a los problemas.” [27] El hombre de hoy en día enfrenta dos graves problemas que deben afrontarse con realismo, El problema del hombre frente a sí mismo y el problema del hombre frente a la naturaleza, en cuanto, sus consecuencias predican que hay una ausencia de credibilidad sobre la dignidad del ser.. Ambos problemas se manifiestan de variadas formas entre las que destacan dos. La primera, “El Comercio y consumo de drogas corroe la dimensión ética del trabajo y contribuye a aumentar el número de personas en las cárceles, en una palabra, a la degradación de la persona en cuanto creada a imagen de Dios". Este nefasto comercio lleva también "a destruir gobiernos, corroyendo la seguridad económica y la estabilidad de las naciones" [28] la segunda; la ecología. Recordemos. "Y vio Dios que estaba bien" (Gn 1, 25). Estas palabras que leemos en el primer capítulo del Libro del Génesis, muestran el sentido de la obra realizada por Él. El Creador confía al hombre, coronación de toda la obra de la creación, el cuidado de la tierra (cf. Gn 2, 15). De aquí surgen obligaciones muy concretas para cada persona relativas a la ecología.” [29] Esto es “Consecuencia de que algunos científicos, carentes de toda referencia ética, tienen el peligro de no poner ya en el centro de su interés la persona y la globalidad de su vida.” [30]
El Padre Lobato redunda al respecto y dice: “En la Cultura actual secularizada, el hombre ha dejado el camino de la libertad responsable o de la virtud y por ello no logra madurar en su realidad humana. La gran tarea de la promoción, en el alba del tercer milenio, es, sobre todo de índole ética, la cual refluye en todas las demás actividades y dinamismo del hombre en cuanto hombre.” [31]
Surge así la urgente dimensión social que adquiere la conversión explícita en el llamado al hombre a vivir el Gran Jubileo. De modo particular convendrá "atender a la creciente conciencia social de la dignidad de cada persona y, por ello, hay que fomentar en la comunidad la solicitud por la obligación de participar en la acción política según el Evangelio" [32] con la madurez del buen uso de los medios, ya que, “con razón se considera que una persona ha alcanzado la edad adulta cuando puede discernir, con los propios medios, entre lo que es verdadero y lo que es falso, formándose un juicio propio sobre la realidad objetiva de las cosas. Y No menos importante que la investigación en el ámbito teórico es la que se lleva a cabo en el ámbito práctico: quiero aludir a la búsqueda de la verdad en relación con el bien que hay que realizar. En efecto, con el propio obrar ético la persona actuando según su libre y recto querer, toma el camino de la felicidad y tiende a la perfección.” [33]
El hombre debe atender y propiciar ese ser feliz y pleno, como ser singular y como ser social “La capacidad y la opción de confiarse uno mismo y la propia vida a otra persona constituyen ciertamente uno de los actos antropológicamente más significativos y expresivos. De todo lo que he dicho hasta aquí resulta que el hombre se encuentra en un camino de búsqueda, humanamente interminable: búsqueda de verdad y búsqueda de una persona de quien fiarse.” [34] “En realidad, "la doctrina social de la Iglesia es la visión moral que intenta asistir a los gobiernos, a las instituciones y las organizaciones privadas para que configuren un futuro congruente con la dignidad de cada persona.” [35]
Juan Pablo II recuerda que desde su “Encíclica Veritatis Splendor he puesto de relieve que muchos problemas del mundo actual derivan de una “crisis en torno a la verdad. Abandonada la idea de una verdad universal sobre el bien, que la razón humana pueda conocer, ha cambiado también inevitablemente la concepción misma de la conciencia: a ésta ya no se la considera en su realidad originaria, o sea, como acto de la inteligencia de la persona, que debe aplicar el conocimiento universal del bien en una determinada situación y expresar así un juicio sobre la conducta recta que hay que elegir aquí y ahora; sino que más bien se está orientando a conceder a la conciencia del individuo el privilegio de fijar, de modo autónomo, los criterios del bien y del mal, y actuar en consecuencia.” [36] “Por esto, ante las altas tasas de desempleo que afectan a muchos países americanos y ante las duras condiciones en que se encuentran no pocos trabajadores en la industria y en el campo, "es necesario valorar el trabajo como dimensión de realización y de dignidad de la persona humana. Es una responsabilidad ética de una sociedad organizada promover y apoyar una cultura del trabajo." [37]
Desgraciadamente la Realidad Americana nos presenta un panorama en donde se hace preciso dignificar a la persona desde ámbitos tan específicos como lo es el trabajo. Ya se observa una aclaración al respecto en el Documento del Sínodo.
Sólo en el actuar cotidiano y en la búsqueda insaciable de la realidad del ser, la persona podrá efectivamente ser dignificada según los criterios expuestos.
[1] Sínodo de Obispos Americanos. Ecclesia en América 5. 1998
[2] Mora, Ferrater, Diccionario de Filososfía.p.2550
[3] Karol Woytila. Fides et Ratio 4
[4] Mora, Ferrater. Diccionario de Filosofía.p.2551
[5] http://www.churchforum.org/info/Historia/Concilios.htm#1. I De Nicea. 325
[6] Mora, Ferrater. Diccionario de Filsosfía.p.2551
[7] Woytila Karol. Fides et Ratio p.34
[8] Sínodo de Obispos. Ecclesia en America.10
[9] Karol Wytila. Fides et ratio. (41)
[10] Karol Woytila.Fides et ratio.(66)
[11] Karol Woytila. Fides et ratio.(81)
[12] Peillaube. Iniciación a la filosofía de Santo Tomás. P.55
[13] Karol Woytila. Fides et Ratio (83)
[14] Mora Ferrater. Diccionario de Filosofía.p.2552
[15] Karol, Woytila, Fides et Ratio (13)
[16] hipóstasis: puede traducirse como ser de un modo verdadero, ser de un modo real, ser de un modo eminente, verdadera realidad. Sujeto individual en su ultimo complemento: el supuesto.
[17] Mora Ferrater, Diccionario de Filosofía.p.2552
[18] Caturelli, Alberto. La metafísica cristiana en el pensamiento occidental.p.50
[19] Woityla, Karol. Fides et Ratio(32)
[20] Sínodo de Obispos. Ecclesia en América (57)
[21] Woityla, Karol. Fides et Ratio (76)
[22] Lobato, Abelardo.O.P. El cristiano y la promoción de la dignidad humana.p.1
[23] Op.Cit.p.8
[24] Sínodo de Obispos. Ecclesia en América (19)
[25] Woytila Karol. Fides et Ratio (5)
[26] Sínodo de Obispos. Ecclesia en América(65)
[27] Lobato, Abelardo.O.P. El cristiano y la promoción de la dignidad humana.p.9
[28] Sínodo de Obispos. Ecclesia en América (24)
[29] Sínodo de Obispos. Ecclesia en América (25)
[30] Karol Woytila. Fides Et Ratio (46)
[31] Lobato, Abelardo.O.P. El cristiano y la promoción de la dignidad humana.p.21
[32] Sínodo de Obispos. Ecclesia en América (27)
[33] Karol Woytila. Fides Et Ratio (25)
[34] Karol Woytila. Fides Et Ratio (33)
[35] Sínodo de Obispos. Ecclesia en América (55)
[36] Karol Woytila. Fides Et Ratio (98)
[37] Sínodo de Obispos. Ecclesia en América (54)