|
|
Unidad
Árabe y Arabidad en la Obra
de la Poetisa Názik al-Malá'ika
|
Aurora Cano Ledesma
|
Názik al-Malá'ika es la poetisa iraquí
contemporánea cu-ya personalidad y obra suscitan un interés motivado por facto-res tales
como el hecho de ser árabe, dedicar su actividad a la poesía y, además, ser mujer.
Todos estos factores aunados pro-porcionan una amalgama extraordinariamente compleja,
sobre todo si se tiene en cuenta la situación social de la mujer coetá-nea de Názik
al-Malá'ika. Nuestra autora nace en Bagdad en 1923, en el seno de una familia de la alta
burguesía, lo que propicia que la educación y formación que reciba Názik sea de mayor
apertura, más a la "manera occidental" que la recebida por otras jóvenes de la
época; pensemos que se licencia en la Facultad de Pedagogía en 1944, que estudia
inglés, francés, la-tín, el laúd, que durante los cursos 1951-52 y 1954-55 reside en
los Estados Unidos, estudia en las universidades de Prince-ton y Wisconsin,
respectivamente, que en esta última realiza un master de Literatura comparada...
De outra parte, su actividad creativa
mayoritariamente se enmarca en el ámbito de la poesia, en los siete diwanes si-guientes: "`Ashiqat
al-layl ("Enamorada de la noche"), Sha-zaya wa ramad
("Astillas y ceniza"), Qarárat al-mawya ("El fondo de la ola"),
Shaýarat al-qamar ("el árbol de la luna"), Ma'sát al-hayát wa ugniya
li-l-insán ("El drama de la vida y canción del hombre"), Yugayyir alwána-hu
l-bahr ("El mar cambia sus colores") y Li-l-salat wa-l-tawra
("Para la oración y la revolución"), editados desde 1947 a 1978.
Pionera, con Badr Shakir al-Sayyáb, del
movimiento poético de al-shi'r al-hurr/ verso libre, movimiento que
confi-gura una renovación, una ruptura con los moldes clásicos, pues el poema se
encontraba encorsetado por las normas rígidas de la qasída tradicional,
compuesta por un número indeterminado de dísticos idénticos, pero constituyendo cada
uno de ellos una entidad independiente sobre el plano sintáctico y significativo.
Este proceso de ruptura no nacerá por
generación espon-tánea, sino que a lo largo del siglo XX se producirán diversos
intentos. Al finalizar la segunda guerra mundial, una revolu-ción poética se
manisfestaba en antologías y poemas sueltos en la prensa literaria.
En Iraq, con el régimen opresor de Núrí
Sa'íd surge una generación de élite intelectual, simbolizando la revolución del pueblo
iraquí contra la miseria, el despotismo, la sumisión del régimen a los extranjeros...
Los jóvenes poetas de este mo-mento van a ser los portavoces de las aspiraciones
populares a la igualdad social y económica.
En esta poesía moderna, al cristalizar la
personalidad del poeta, la poesia renuncia a la gloria personal cuando se des-piertan los
sentimientos nacionalistas, pues se ve envuelta por la perplejidad, la agitación y la
amargura del autor que con-templa la realidad a su alrededor. El nacionalismo en la
poesía moderna es, pues, un concepto evidente.
La fecha de 1947 es la de publicación del
poema "El có-lera" de Názik al-Malá'ika, que será el punto de partida de la
nueva tendencia lírica.
A la generación poética de Názik pertenecen
autores tales como 'Adnán Farhád (1926), Jalíd al-Shawaf (1924), `Atika Wahbí
al-Jazraýi (1926), Badr Shakir al-Sayyab (1926-1964), 'Abd al-Wahháb al-Bayáti (1926),
Bland al-Haydarí (1926)...
Tomando como punto de partida los poemas de
Názik al-Malá'ika: Hudud al-raýá' ("Los Límites de la Esperanza") y Al-wahda
al-'arabiyya ("La unidad árabe"), nos proponemos llevar a cabo una
interpretación del sueño frustrado de la Unidad Árabe y su materialización en la
República Árabe Uni-da, integrada por Siria, Iraq y Egipto, tal y como la autora nos
permite entrever en su diwan Shaýarat al-qamar ("El árbol de la luna") (1), interpretación que extendemos a su volumen de ensayos Al-taýzi'iyya
fi-l-muýtama' al-'arabi ("El Fragmenta-rismo en la sociedad árabe"), donde
incluye el titulado Al-qawmiyya al-'arabiyya wa-l-hayát ("El
nacionalismo árabe y la vida").
Antes de comentar la importancia que Názik
al-Malá'ika concede al tema de la Unidad Árabe, conviene recordar sucin-tamente los
hechos históricos y el planteamiento llevado a cabo que culminaron con el Tratado de
Unidad Tripartita.
Tras el derrocamiento de la monarquía
hachemita, el 14 de julio de 1958, por el general Kassem, se instaura en Iraq la
república; desde los primeros momentos se producen intentos de acercamiento entre Iraq y
Egipto, pero las negociaciones mantenidas entre el general Aref y el presidente Nasser, el
19 de julio de 1958, en Damasco, no alcanzan el éxito esperado.
El golpe de Estado del general Ahmad Hasan
al-Bakr, el 8 de febrero de 1963, va a significar el relanzamiento del an-tiguo proyecto
de Unidad Árabe y el acercamiento a Nasser, quien respalda al nuevo régimen de forma
oficial, con ocasión del quinto aniversario de la fiesta de la Unión, el 21 de febrero
de 1963.
Las repercusiones del golpe de Estado de
Bagdad no tar-daron en hallar su prolongación en Damasco, pues el 8 de mar-zo de ese año
un Consejo revolucionario, com predominio baa-sista y unionista, se apoderó del poder.
Así, los tres países: Egipto, Siria y Iraq, buscaron este acercamiento que se
conso-lidaría con un tratado de unidad.
Las negociaciones comenzaron en El Cairo,
desde el 14 de marzo de 1963 hasta el 17 de abril de ese mismo año, cuan-do los
representantes de los respectivos países declararon ofi-cialmente la unión de sus
países en el seno de un "Estado Fe-deral", la República Árabe Unida, donde el
Islam sería la re-ligión oficial y El Cairo la capital; la bandera del Estado fede-ral
sería de Egipto, pero con tres estrellas en lugar de dos. Sólo habrá una nacionalidad,
la árabe, regida por una ley federal, con los territorios de los tres miembros, a saber:
territorio egipcio, territorio sirio y territoio iraquí. Las
instituciones esenciales del nuevo Estado y el proceso de desarrollo fueron definidos en
la "Proclamación de Acuerdos sobre la Unión fe-deral de la República Árabe
Unida-El Cairo, 17 de abril de 1963". Sin embargo, este proyecto no llegaría a
término de-bido a las tensiones surgidas entre Siria e Iraq, a causa de las diferencias
creadas entre facciones rivales del partido Baath.
El presidente Nasser anunció el acuerdo de la
federación entre Egipto, Siria e Iraq el 22 de julio de ese mismo año en El Cairo, con
ocasión del XI aniversario de la revolución egipcia. Al terminar su visita a Egipto, el
presidente Aref declaraba el 26 de agosto de 1963: " ...Los dos presidentes están de
acuerdo en la necesidad de poner fin al deterioro de las relaciones entre países árabes,
tratar de clarificar la atmósfera de las mismas y crear nuevas condiciones capaces de
realizar la unidad árabe...".
Este es, en líneas generales, el desarrollo
temporal del proyecto de República Árabe Unida entre Egipto, Siria e Iraq, proyecto que
se quedó en embrión, pues nunca llegó a tener vigencia.
Pasemos ahora a los mencionados poemas de
Názik al-Malá'ika para reflexionar sobre la huella que este aconteci-miento supone para
la autora y cómo se trasluce en su poesía.
Antes de la proclamación de la R.A.U., la
poetisa compone Hudud al-raýa` ("Los límites de la esperanza"),
anteponiendo una nota donde claramente lo expresa; en este poema Názik nos ofrece un
panorama de deseos de ella (la gran unidad árabe), "la construyeron un palacio sobre
las du-nas, en el ayer", "cuántas veces han creído que se les acercaba, pero
la gran Unidad escondía su luz...". Ellos, los árabes, se sienten perdidos sin la
Unidad, no hay flor, ni melodía, ni río, ni palmera, ni árboles, ni pájaros..., nada
existe sin Ella, sólo un lóbrego caminar hacia su tierra. Pero hoy llega el amanecer, se
acercan los límites de la esperanza, la están esperando, se aproxima, es la
alegría de los que caminan bajo la oscuridad.
En una secuencia de situaciones pesimistas,
lentamente primero y paulatinamente acelerando el ritmo, la poetisa nos ofrece un
acercamiento al acontecimiento próximo a su culmi-nación, casi se palpa ya la
proclamación de la gran Unidad, es un hecho cuasi-inminente... Apreciamos en estos versos
que el proyecto unitario es una empresa largamente ansiada por la poetisa, que puede
llegar a ser una realidad tangible a la que desemboque el arabismo que es "un legado
que está impreso en nosotros de forma indeleble, y, en realidad, es la suma de nuestros
caracteres originados por el Turát (legado cultural) y el medio ambiente"(2).
En este ensayo de la autora observamos que el sentimiento nacionalista se apoya, en su
esencia, en la armonía natural que se establece entre los hombres de un mis-mo ambiente,
que han pasado por las mismas circunstancias históricas, una armonía que es una
necesidad vital entre todas y sin la cual el hombre desaparecerá"(3).
"El arabismo nos da una fuerza sin par... El arabismo que nos devora es el más
que-rido de nuestros deseos, es el supremo deseo, es el fuego de la vida en nosotros. Sin
él nosotros ignoramos lo que es la feli-cidad, la esperanza, ignoramos lo que significa
ser hombre"(4).
Estas ideas, entresacadas del citado ensayo,
se ven ple-namente reflejadas en el segundo poema que hemos selec-cionado: Al-Wahda
al-'arabiyya, compuesto al proclamarse (oficialmente) el Pacto de la Unidad Tripartita
de El Cairo, el 17 de abril de 1963, como especifica la propia autora en nota que antecede
al poema. Aquí apreciamos ya la cristalización de sus deseos, de sus quimeras, de esa
confrontación árabe, como respuesta a la necesidad de colaboración, de efusión
afectiva y de apoyo y expansión, ya que esa Unidad recién proclamada es un amanecer que
vierte sus luces de lirio, sus haces de felicidad han atravesado el Nilo, han abarcado
Barada y abrazado el Tigris (evidente referencia geográfica a los tres países que
integran la R.A.U.); continuando con el citado poe-ma, Názik al-Malá'ika alude al
Arabismo (ya comentado en su ensayo), que, sediento de esta unidad, sigue sin saciarse.
Por eso, en el 17 de abril, "en el silencio de la mañana, resonó la hora llenando
los oscuros desiertos", de esta forma es el mo-mento esperado de anunciar la
"gran unidad como luz y paz en una noche oscura", es la revelación de los
deseos de los árabes, "el sueño de padres y abuelos".
Ese proyecto de federación de tres Estados va
a tomar cuerpo, pues Bagdad, cuyo corazón sentía nostalgia de Egipto (¿tal vez una
velada alusión al anterior intento de configurar una federación con ese país?), ahora
ya ha estrechado el suelo de Egipto. Los lazos de unión se van perfilando a lo largo del
poema, pues "las manos de Bagdad se encontraron con las de Damasco en la
resplandeciente mañana del arabismo". La ban-dera de la R.A.U., de tres estrellas,
ondea en el cielo, y parece como si con su sola presencia pudiese "borrar el oprobio
de los años desgraciados" (posible referencia a los últimos años del gobierno de
Kassem).
Finaliza el poema aludiendo al presidente
egipcio, cuyas manos "alzaron el nuevo amanecer en el horizonte, el defensor de la
verdad y del arabismo, que dio vida a todos los sueños de relaciones rotas" (clara
referencia a la capacidad de Nasser para estrechar los vínculos de unidad que, en época
pasada - entrevista de Aref con Nasser el 19 de julio de 1958 en Da-masco - no pudo ser
llevada a cabo).
A continuación presentamos los pasajes más
significativos de ambos poemas.
Hudud al-raýa / Los límites de la esperanza
La veíamos en la bruma del sopor
como templo unido a lo imposible.
Éramos labios sedientos y ardientes
pero su imagen apagaba la sed.
Éramos millones padeciendo el ardor
pero su sombra estaba sobre nuestros deseos,
los sueños permanecían en nosostros,
en cada amanecer, sobre un pesado despertar.
Hemos cantado la gran unidad cuando
ya desde la cuna sentíamos pequeños deseos.
¡Cuántas veces hemos construido su deseado palacio
sobre las dunas de arena en nuestro ayer!
¡Cuántas veces hemos creído que se acercaba
a nosotros, pero escondía su sesgada luz!
Un rostro de fantasmagórico esplendor
¡cuántas veces se ha elevado!
sin él, toda esperanza se debilita.
Atravesamos todos los lejanos horizontes,
buscamos su exquisito aroma.
su color, su espíritu, su eco
resonando en el pasado silencio.
Hoy venimos a su tierra, pues ya desapareció
aquel caminar sombrío, lóbrego;
acabaron aquellos años cuyos pasos
desaparecieron en la bruma de los lamentos.
¡Nación mía!, hoy llegó el amanecer,
ya nos acercamos a los límites de la esperanza,
sus alturas surgen tras la distancia,
desbordantes de luz,
La gran Unidad, cuya caravana se nos acercó
¡aleluya de labios anhelantes!
¡alegría de los que caminan bajo la oscuridad!
Al-wahda al-'arabiyya / La unidad árabe
¡Corazón de las tinieblas que descolgó el velo
sobre nuestros inmensos desiertos!
¡Heridas del reparto, ignominia de Israel
en la orgullosa frente de los desiertos!
¡fluir de la sangre del principio de unión
en nombre de la Paz y de la Libertad!
¡deseos de mi nación en una sola, sus esperanzas,
sus sueños ocultos!
¡Despierta del sopor!, pues un amanecer
ya ha vertido sus luces de lirios,
haces de felicidad y de luz
se han derramado en las negras tinieblas,
han atravesado el Nilo, abarcado Barada.
y abrazado al Tigris con manos generosas.
Es la hora decisiva, sus minutos anunciaron
el amanecer de mi nación árabe.
¡Cuántas veces soñamos con la gran Unidad árabe
e imaginamos su amanecer luminoso!
¡cuántas veces la cantamos! Nuestro arabismo,
sediento de ella, sigue sin saciarse.
Pero luego vino la luz un amanecer brilló
con rayos ambarinos a través del espacio.
En el silencio de la mañana retumbó la hora,
llenando los oscuros desiertos,
proclamando a la gran Unidad como luz
y paz en una noche oscura,
revelándola como los grandes deseos de los árabes
y como el sueño de padres y abuelos.
Despertó Bagdad ebria, cantando
y regando las rosas del más bello amanecer;
ondeó en su cielo la bandera de la Unidad,
¡bello sueño luminoso!
Su corazón, con ansias de Egipto largo tiempo,
ya ha estrechado el suelo de Egipto,
y sus manos se encontraron con las de Damasco
en la mañana brillante del arabismo.
Llegó el alba y lo recibieron
con un profundo y cálido abrazo,
trajo la bandera de tres estrellas,
para borrar el oprobio de los años desgraciados,
y, en su diestra, una rosa de delicado tacto,
de blanca hermosura, de embriagador perfume.
¡La gran Unidad!, durante largos siglos
tuvimos hambre de su aroma.
¡Nostalgia de los antepasados!, ¡deseos de mi madre!
¡años de pérdida y fraude!
Nuestro amanecer brilló. Que duerma el ardor
de los deseos y descanse la oscura pregunta.
Nuestro amanecer brilló y, en el horizonte,
lo alzaron las manos de Ýamál,
el defensor de la verdad y del arabismo,
que dio vida a todos los sueños de relaciones rotas,
invocó el sueño y transformó una vida
que se inflama con la fertilidad y la acción;
Luego ofreció nuestras casas a la gran Unidad.
Entonces, tierra nuestra, ¡agítate, muéstrate orgullosa!
|
1 Al-Malá'ika, Názik, Shaýarat al-qamar,
Beirut, 1968 (págs. 517-521 y 522-530, respectivamente).
2. Al-Malá'ika, N., Al-Taýzi'iyya fi l-muýtama' al-'arabí, pág
94.
3. Op. cit., pág. 96.
4. Op. cit. , pág. 103.
|
|