Inicialmente quiero agradecer a la
Profa. Dra. Aurora Cano por la gentil invitación -para mí un
honor- para estar aquí conversando con vosotros.
Analizaremos el Álgebra
como ciencia árabe.
Comencemos por anticipar
algunos puntos de discusión sobre qué significado puede tener
hablar de una ciencia de esta o de aquella nación o cultura
- para más allá del mero hecho de indicar el nivel de desarrollo
o la producción de los científicos de una determinada nacionalidad,
como cuando se dice por ejemplo: "la Física rusa está muy
desarrollada y ha ganado muchos Premios Nobel" o "sólo
la Medicina americana logra hacer tal transplante" etc.
Ordinariamente tendemos
a pensar que el conocimiento científico es independiente de
latitudes y de culturas: una fórmula química o un teorema de
geometría son los mismos en latín , en francés o en chino y,
siendo la comunicación el único problema -así se piensa, en
un primer vistazo-, bastaría con una buena traducción de los
términos propios, de la jerga de cada ciencia y todo estaría
arreglado (así, ¡theory of sets se dice teoría de los
conjuntos o theorie des ensembles y ya está...!).
En realidad, sabemos
que las cosas no son tan sencillas y no hace falta mucho esfuerzo
para acordarse de que la evolución de una ciencia tropieza con
muchas interferencias histórico-culturales, que condicionan
desde la creación de esa ciencia hasta el reconocimiento de
un resultado o la adopción de un modo de proceder científico...
Es conocido, por ejemplo,
el hecho de que espíritus tan revolucionarios como Galileo o
Descartes hicieron hincapié en el "dogma científico"
del horror al vacío; y que sólo Pascal -en la misma época y
tras haberse resistido mucho- haya logrado superar ese error.
Descartes, en su Principios
de la Filosofía -el tratado que comienza por afirmar que
hace falta dudar radicalmente de todo, aún mismo de lo que pueda
presentar la más mínima incerteza-, toma como una intuición
indiscutible de la razón la idea tradicional de que la naturaleza
tiene horror al vacío...
Los condicionantes
de surgimiento de una ciencia son de diversos órdenes.
Así, al decir que
la Geometría (geometria, en griego) es ciencia griega
o que el Álgebra (al-jabr) es ciencia árabe(1), estamos
diciendo algo más que la "casualidad" de que hayan
sido unos señores griegos (o árabes...) sus fundadores o promotores.
Nos acercamos más
al sentido de la expresión "ciencia árabe" cuando
pensamos en casos paralelos. Se dice, por ejemplo, que la caligrafía
es un "arte árabe", pero no se dice que la pintura
o el teatro sean "artes árabes".
En estos casos, no
estamos interesados en el hecho de que haya muchos y muy talentosos
calígrafos árabes (o en la correspondiente escasez de pintores...),
sino en una "conexión de sentido" entre el arte caligráfico
y factores como: la actitud musulmana hacia la escrita (y su
relación, digamos, con el modo como el Corán considera los ayyat,
los señales de Dios); la desconfianza semita para con la imagen;
total: que estamos pensando en condicionantes como la lengua,
la religión, la mentalidad etc.
En el caso del Álgebra,
no es casual que haya ella nacido en el califato abasida ("los
abasíes -al contrario de los omeyas-, quieren aplicar con rigor
la ley religiosa a la vida cotidiana"(2)), no es casual
que haya surgido en el seno de la "Casa de la Sabiduría"
(Bayt al-Hikma) de Bagdad, promocionada por el
califa Al-Ma'amun(3), una ciencia nacida en lengua árabe y creada
por Al-Khwarizmi, que es no sólo uno de los fundadores de la
ciencia árabe, sino un antagonista de la ciencia griega.
Desde luego, el Álgebra
que se estudia hoy en las modernas matemáticas -esa que estudiáis
aquí en la universidad- con sus cuerpos, aneles, espacios de
vectores etc., lo que la moderna matemática entiende por Álgebra
bien puede parecer una fría y objetiva axiomática - una mera
sintaxis de estructuras operatorias sin alcance semántico. Pero
esta Álgebra de hoy es el producto de una evolución -en desarrollo
continuo- de la vieja al-jabr, que nació en un ambiente
cultural al cual no son ajenos elementos que van desde las estructuras
gramaticales del árabe hasta la teología musulmana de entonces...
2. Al-jabr y al-muqabalah
Muhammad Ibn
Musa Al-Khwarizmi fue miembro de la "Casa de la Sabiduría",
aquella notable academia científica de Bagdad, que ha logrado
su esplendor bajo Al-Ma'amun (califa 813-833). A ese califa,
Al-Khwarizmi ha dedicado su Al-Ki-tab al-muhtasar
fy hisab al-jabr wa al-muqaba-lah ("Libro breve
para el cálculo de la jabr y de la muqabalah"),
el libro fundador del Álgebra.
Fijémonos, primeramente,
en el hecho de que las palabras que dan nombre a la nueva ciencia,
al-jabr y al-muqabalah -aunque Al-Khwarizmi las
emplee en sentido técnico-, eran (y lo son todavía) términos
tomados del lenguaje corriente árabe (es importante darse cuenta
además que todo el lexicon originario del Algebra fue sacado
del lenguaje cotidiano). El radical trilítere
j-b-r (y, como se sabe, el radical tri-consonantal es
lo que hace la determinación de sentido fundamental en árabe...)
está asociado a los siguientes significados:
- Fuerza: por
ejemplo, el ángel Gabriel, Jibryl, es, literalmente,
fuerza-de-Dios. En el Corán (59, 23), Al-Jabar, el fuerte,
aquel que realiza su voluntad - es uno de los nombres de Dios.
- Fuerza que arrastra,
que impone: el Corán en diversos pasajes (11, 59; 14, 15;
28, 19; 40, 35; etc.) emplea j-b-r para significar "tiranizar",
"tirano" etc.. Y no es casual que la escuela teológica
musulmana que niega el libre albedrío del hombre -y en su puesto
pone el inevitable destino predeterminado- haya sido llamada
jabariyah... Y el servicio militar obligatorio es ij-bary...
- Restablecer:
poner (o volver a poner) algo en su sitio, en su debido puesto,
restablecer una normalidad. De ahí que tajbir (siempre
el radical j-b-r...) sea ortopedia y jibarah, reducción
de una fractura, en el sentido médico de reconducir: la fuerza
que reconduce el hueso a su debido sitio (escayolando el brazo
quizás...). En España, todavía en el siglo XVI, en el tiempo
en que los barberos acumulaban funciones, se podía leer en carteles:
"Fulano, Barbero, Algebrista y Sangrador"(4).
¿Por qué Al-Khwarizmi
elige la palabra jabr para el procedimiento fundamental
de su nueva ciencia?
Precisamente porque
-tal como en ortopedia- Álgebra es "obligar por fuerza
cada término -cada término de una ecuación- a ocupar su debido
puesto".
Ya en el comienzo
de su Kitab, Al-Khwarizmi distingue seis formas de ecuación
a las cuales, toda ecuación dada pode ser reducida (y,
por tanto, canónicamente resuelta).
En notación de hoy:
1. ax2 = bx
2. ax2 = c
3. ax = c
4. ax2 + bx = c
5. ax2 + c = bx
6. bx + c = ax2
Al-jabr es
la operación que adiciona un mismo factor (con la señal + de
suma) a ambos los miembros de una ecuación para eliminar um
factor afectado por la señal -.
Por otro lado tenemos
la operación que suprime términos iguales de las dos partes
de la ecuación: al-muqabalah (de q-b-l, cuyo significado
es: estar delante, cara a cara -de ahí la qiblah en la
mesquita es lo que indica la dirección de Meca- y qabila
es besar, confrontar; equiparar etc.).
Tomemos por ejemplo
un problema en que los datos pueden ser dispuestos bajo la forma
(en notación de álgebra actual):
2x2 + 100 - 20x = 58.
Al-Khwarizmi procede
del modo siguiente:
2x2 + 100 = 58 + 20x
(por al-jabr).
Enseguida divide por
2 y reduce los términos semejantes:
x2 + 21 = 10x
(por al-muqabalah).
Y el problema está
ya canónicamente ecuacionado.
Tras esta digresión
técnica, podemos analizar (o más bien aludir, indicar...) las
relaciones y conexiones de sentido que se dan entre el Álgebra
y algunos trazos de la cultura árabe.
3. El Álgebra en los cuadros del Islam: lo
religioso y lo temporal
Empezemos por los
fundamentos de las necesidades prácticas de la sociedad. En
su estudio "L'Islam et l'épanouissement des sciences
exactes"(5), Roshdi Rashed, para enseñar la conexión,
el enlace entre El Corán, la ciencia y la vida práctica, ejemplifica
precisamente con el Álgebra: 'ilm al-fara'id (ciencia
de la repartición, de la herencia). Los juristas musulmanes
se refieren al Álgebra como hisab al-fara'id,
el cálculo de la herencia, cálculo hecho según la ley coránica.
Y precisamente ahí
tenemos ya un primer condicionante histórico-cultural, propio
del Islam.
Para estudiar el Islam
el caso de la herencia es emblemático, especialmente representativo
de la sólida unión que se da, en el Islam, entre el orden religioso
y el orden temporal.
Por feliz coincidencia,
el mismísimo problema de la herencia (que, para el musulmán,
queda bajo la directa legislación de Allah) es planteado a Jesucristo.
Jesucristo, que declara -algo impensable en la visión de mundo
musulmana- "A César lo que es de César; a Dios lo que es
de Dios", se niega a establecer concretamente los términos
de repartición de la herencia.
Se trata de un pasaje
evangélico en apariencia poco importante; muchísimo más
conocido es, por ejemplo, aquel otro versículo del mismo pasaje:
"Mirad los lirios del campo...". Pero me atrevería
a decir que más importante es el episodio olvidado que además
es la clave para entender por qué Jesucristo invita a mirar
los lirios o las aves del cielo...
De hecho, casi nadie
se acuerda de la razón por la cual Jesucristo invita a mirar
las aves del cielo...
El hecho es que -lo
narra el evangelio de Lucas- "uno de la muchedumbre"
se acerca a Jesucristo y le hace una petición: que Jesús se
valga de su autoridad para convencer a su hermano a repartir
con él la herencia (Lc 12, 13). Para sorpresa de aquel hombre
(y en contra de la mentalidad antigua y oriental, que ligaban
el poder religioso a cuestiones temporales...), Jesu-cristo
se niega rotundamente a tomar partido en esa cuestión, como
se niega también a dar cualquier criterio concreto sobre este
problema. Y dice: "Hombre, ¿quién me ha establecido árbitro
o juez de vuestra repartición?" (Lc 12, 14). Lo único que
hace es una condenación genérica de la codicia, de la
avaricia, de la injusticia y cuenta a esos hermanos la parábola
del hombre rico cuyos campos habían producido abundante fruto
etc. Y concluye con el célebre: "Mirad los lirios del campo...".
Muy distintas son
las cosas en el mundo musulmán. Roger Garaudy, en el capítulo
"Fe y Política" enseña cómo la tawhid
(unidad, dogma central islámico) se proyecta sobre la política,
el derecho y la economía: "Allah es el único propietario
y él es el único legislador. Este es el principio fundamental
del Islam en su visión de unidad (tawhid)"(6).
Naturalmente, no se trata (no hay sacerdotes...) de una teocracia
clerical a modo occidental, sino que el Islam favorece una fuerte
y enraizada teocracia propia: no es casual que el jefe político
se titule ayyatullah, "señal de Dios".
En todo caso, el Corán
(4, 11 y ss.) sí que afirma concretamente: "Allah os ordena
lo siguiente en lo que toca a vuestros hijos: que la porción
del varón equivalga a la de dos hembras. Si éstas son más de
dos(7), les corresponderán dos tercios de la herencia. Si es
hija única, la mitad. A cada uno de los padres le corresponderá
un sexto de la herencia, si deja hijos; pero si no tiene hijos
y le heredan sólo sus padres, un tercio es para la madre. Etc.,
etc.".
Y concluye: "De
vuestros ascendientes o descendientes, no sabéis cuáles os son
más útiles. Ésta es obligación de Allah. Allah es omnisciente,
sabio".
Contrastemos esto
con la doctrina cristiana.
Naturalmente, para
un cristiano, el mundo es creación de Dios y obra de Su Inteligencia:
el mundo fue creado por el Verbum y, por tanto, conocer
el mundo es conocer señales de Dios. Y más: cada criatura es
porque es creada inteligentemente por Dios, participa del ser
de Dios. El Dios cristiano es -por diversos titulos- Emmanuel,
Dios con nosotros, y por la Encarnación, la eternidad de Dios
irrumpe en la temporalidad y Cristo encabeza, recapitula (como
dice el nuevo Catecismo de la Iglesia Católica) toda
la realidad creada.
De ahí que la Iglesia
defienda con tenacidad las leyes morales, como leyes naturales
de la dignidad del ser del hombre, dignidad que le ha sido suministrada
por el acto creador del Verbum. Pero, precisamente
por esa misma concepción teológica, el cristiano debe afirmar
la más radical autonomía de las realidades temporales: porque
el mundo es obra del Verbum, la realidad temporal tiene
su verdad propia, sus propias leyes, naturales, echando fuera
el clericalismo(8).
Así, si yo quiero
ocuparme, digamos, de producir naranjas, no debo acudir a los
obispos ni a la Biblia, sino que debo estudiar "naranjología":
porque el Verbo ha creado inteligentemente las naranjas y les
ha dado leyes: debo plantarlas -qué sé yo?- en tal mes, cogerlas
en tal otro etc.
Lo curioso es que
la autonomía de las realidades temporales tiene su fundamento
en la teología de la Trinidad...
Ésta es incluso la
doctrina oficial de la Iglesia que rechaza igualmente el clericalismo
y el laicismo (que pretende echar fuera a Dios de la realidad
social). En el mismo pasaje (4, 36) en que la Lumen Gentium
afirma: "ninguna actividad humana puede ser excluida del
dominio de Dios", en este mismo pasaje se añade: "hay
que reconocer que la ciudad terrena, a quien son confiados los
cuidados temporales, se rige por principios propios".
Y la Gaudium et
Spes (1,3,36): "Si por autonomía de las realidades
terrestres se entiende que las cosas creadas y las mismas sociedades
gozan de leyes y valores propios, que deben ser conocidos, empleados
y ordenados gradualmente por el hombre, entonces es absolutamente
necesario exigir esa autonomía. Y esto no es sólo una exigencia
de los hombres de nuestro tiempo, sino que es la voluntad del
Creador. Por la misma condición de la creación, todas las cosas
son dotadas de fundamento propio, de verdad, bondad,
leyes y orden específicos. El hombre debe respetar todo esto,
reconociendo los métodos propios de cada ciencia y arte".
En el extremo opuesto
está un Ayyatulah Khomeini(9): "Se suele decir que la religión
debe estar apartada de la política y que las autoridades religiosas
no se deben meter en asuntos de Estado. (...) Tales afirmaciones
son propias de ateos: son dictadas y diseminadas por los imperialistas.
¿Acaso estaba la política apartada de la religión en el tiempo
del Profeta? (¡Que Dios lo bendiga a él y a sus fieles!)"
(p. 27). "El Islam tiene preceptos para todo lo que toca
al hombre y a la sociedad. Esos preceptos proceden del Omnipotente
y son transmitidos por su Profeta y Enviado. (...) No hay tema
sobre el cual el Islam no haya emitido su juicio" (p. 19).
"La instauración de un orden político secular equivale
a impedir el progreso del orden islámico. Todo poder secular,
sea cual sea la forma por la que se manifieste, es necesariamente
un poder ateo, obra de Satanás. Es un deber nuestro extinguirlo
y combatir sus efectos. (...) No hay otra solución sino la de
derrumbar todos los gobiernos que no se asienten sobre los puros
principios islámicos, siendo, por tanto, corruptos y corruptores...)
Este es el deber, no sólo de los iranianos, sino de todos los
musulmanes del mundo" (p.23).
Naturalmente, no todos
los musulmanes piensan así, pero hay en el Islam una inclinación
para la confusión entre lo religioso y lo político. Como también
una cosa es la doctrina oficial de la Iglesia y otra -muy distinta-
la escasa conciencia que muchos católicos tienen de la autonomía
de la realidad temporal...
El Islam tiende a
reducir lo temporal a lo religioso. Al contrario del cristianismo,
el Islam afirma una absoluta trascendencia de Dios (trascendencia
subrayada por la doctrina mu'atazilita, oficial en la
época de al-Khwarizmi) y una revelación dictada, "bajada"
(en árabe, el verbo nazala, que se aplica a la revelación
divina, significa además -y originariamente-"bajar").
La revelación de Allah
y su tawhid están indicadas por señales en el(10)
mundo. Y el princípio de la unidad no se aplica sólo a la política,
sino también a las ciencias. Primeramente, las ciencias están
a servicio de la fe(11), no sólo como señales místicos de Dios
sino ante todo de un modo práctico: una sociedad bajo la fuerte
y urgente necesidad de obedecer a las leyes del Altísimo, necesita
operacionalizar -tornar operativas...- las soluciones de los
graves problemas de repartición de herencia.
El Álgebra es una
ciencia que nace para dar solución a ese problema planteado
por el Corán(12).
Caben aquí un par
de sugerentes observaciones:
1) Es significativo
el hecho de que precisamente la parte dedicada a problemas prácticos
de herencia -la parte III del Kitab-, que ocupa más de
la mitad del libro de Al-Khwarizmi, es suprimida en las traducciones
latinas -de mediados del siglo XII- de Roberto de Chester -en
Segovia- y de Gerardo de Cremona, en Toledo).
2) El Álgebra de Al-Khwarizmi
es completamente retórica y no emplea símbolos: Los números
simples son designados por dirham, la unidad de moneda
(el dólar, diríamos hoy día); la incógnita, el x, se designa
por la palabra árabe xay', cosa, y, si es de orden
cuadrada, mal (riqueza, bienes, fortuna).
Pero volvamos a los
enlaces de ciencia y fe. De un modo intrínseco: "el principio
de la tawhid, el punto capital de la experiencia
islámica de Dios, excluye la separación entre ciencia y fe.
Si todo, en la naturaleza, es ayyat 'señal' de la presencia
divina, el conocimiento de la naturaleza se torna (...) un acceso
a Dios. (...) La sabiduría de la fe anuda, integra todas las
ciencias en un conjunto orgánico, pues todas tienen un objetivo
en el mundo que, en su totalidad, es una 'teofanía', una revelación
de los 'señales de Dios'. El universo es un 'ícono' en el cual
el Uno se revela por medio del múltiplo por mil símbolos"(13).
En ese sentido, el
Álgebra cobra extraordinaria importancia como instrumento de
enlace entre las ciencias. Refiriéndose a la época en que surge
el Álgebra de Al-Khwarizmi, Roshdi Rashed dice:
"El comienzo del siglo IX es un gran
momento de expansión de la matemática helenística en lengua
árabe. Ahora bien, es precisamente en ese período y en ese
ambiente (lo de la "Casa de la Sabiduría" de Bagdad)
que Muhammad Ibn Musa al-Khwarizmi escribe un libro com
materia y estilo nuevos: nace el Álgebra como disciplina
matemática distinta e independiente.
Tal surgimiento -y ya los contemporáneos
se dan cuenta de eso- fue de importancia crucial, sea por
el estilo de esa matemática por la ontología de su objeto
y, todavía más, por la riqueza de posibilidades que con
ella se abren. El estilo es, a la vez, algorítmico y demostrativo
y, con esa álgebra, inmediatamente se deja entrever la inmensa
potencialidad que las Matemáticas tendrán desde entonces:
la aplicación mutua entre las asignaturas matemáticas"(14).
4. El Álgebra en el sistema lengua/pensamiento
árabe.
No sólo con la religión:
el Álgebra se relaciona además -de modo más o menos directo-
con el -para emplear la expresión de Johannes Lohmann(15)- sistema
lengua/pensamiento árabe.
Analizando, pues,
la lengua podremos tener una mejor comprensión de aspectos del
Álgebra como ciencia árabe y de su evolución (en contraposición
a la Geometría, como ciencia griega).
Un importante primer
punto en las relaciones entre lengua y "forma de pensamiento"
(Lohmann) es la de que "lo que importa no son las lenguas
en sí, sino las lenguas en la medida en que predeterminan una
cierta concepción de mundo para el hablante, o como dice Heidegger,
eine Erschlossenheit des Daseins"(16).
O sea, que, de algún
modo, el alcance del pensamiento se condiciona por el lenguaje.
No sólo por el mayor o menor número y acuidad de conceptos y
potencial expresivo de los vocábulos, sino también (y sobre
todo) por las estructuras peculiares de cada lengua o familia
de lenguas. Así cabe hablar de sistema lengua/pensamiento, que,
en el caso del griego, es justamente designado por logos
y, en el caso del árabe, por ma'na.
"El concepto
de ma'na, 'intencionalidad'(17), es tan característico
de la forma árabe de pensamiento, como lo es la noción específica
del termino griego logos, en su concepción original,
para la forma de pensamento del griego clásico. Y, además, precisamente
por esas dos nociones, o, por decirlo así, bajo el influjo de
esas dos nociones, es que estas dos formas de pensamiento, encarnadas,
cada cual en su lengua -el griego clásico y el árabe clásico-
se han expresado en filosofía"(18). Y podemos añadir: se
han expresado además en Álgebra y Geometría.
El sistema griego,
logos, busca establecer una exacta correspondencia entre
pensamiento y realidad. Correspondencia biunívoca ya programáticamente
establecida por Parménides quando afirma: Tò gàr auto noein
estin te kaì einai ("Pensar y ser son lo mismo").
Tal pretensión de
pensamiento es posibilitada por diversos fenómenos de lenguaje.
Señalemos solamente dos para poder hacer el contraste con el
árabe.
1) Contrariamente
al árabe, en el centro semántico del sistema griego, "se
encuentra el verbo esti (ser), que, según Aristóteles,
está implicitamente contenido en cualquier otro verbo"(19).
El verbo ser, característica central del sistema logos
(y de todo el indoeuropeo), permitiría el enlace exacto entre
la realidad misma y el pensamiento: por el verbo ser, el pensamiento
homo-loga el real.
Un ejemplo nos ayudará
a compreender esa relación. Supongamos que vengan aquí los expertos
en normas de seguridad contra incendio que van a homo-logar
esta edifícación. Entonces, hay una norma ideal que prescribe
-¿qué sé yo?- que haya tantos y tales extintores, que haya tantas
y tales salidas de emergencia etc. Ellos disponen de un logos,
de un cuerpo de normas técnicas racionalmente establecidas e,
inspeccionando una edificación, van a verificar si la realidad
(la presencia de tantos y tales extintores, de puertas metálicas
etc.) de aquella edifícación está en el mismo logos
(homo-logos) de la norma. De este mismo modo, para el
sistema griego, el pensamiento está en homo-logia con
la realidad.
2) La lengua griega
flexiona temas (mientras el árabe flexiona la misma raiz de
una palabra). En el ejemplo tradicional de las gramáticas elementales
de latín (y, obviamente, al griego le pasa igual), el radical
ros de rosa permanece fijo, pues una rosa es una
rosa; cualquier otro factor (cualquier cosa que le sobrevenga
a la sustancia rosa, su relacionamento con el mundo exterior,
sus calidades etc.): del color de la rosa (genitivo) a la mosca
que en ella se asienta (ablativo), se registra en las desinencias
rosam, rosarum, rosae etc.
Pero el radical (que
corresponde a la ousía, a la substantia) permanece
intocado.
Con el árabe, todo
es distinto: para el árabe no hay radicales fijos: el radical
trilítere -por ejemplo: S-L-M- es intra-flexionado: SaLaM;
iSLaM; SaLyM; muSLiM etc.
Lohmann interpreta
este hecho del modo siguiente:
"El árabe, como el semítico en general,
de una parte; y el griego, de otra, establecen relaciones
con el mundo respectivamente por el oído y por el ojo. Tal
hecho ha conducido el hablante semita a una preponderancia
de la religión, mientras el griego se volvió el inventor
de la teoría. De ahí decorre (o ¿procede...?) una diferencia
análoga de las correspondientes lenguas, cuanto a su tipo
de expresión. Cada uno de eses dos tipos se caracteriza
por un procedimiento gramatical específico: flexión de raízes
en el semítico y flexión de temas en el indoeuropeo antiguo".
La omnipresencia del
verbo ser y la flexión de temas, como agudamente indica Lohmann,
favorecen un sistema logos ("ocular", "especular")
de correspondencia exacta entre pensamiento y realidad que,
como veremos, es característica también de la Geometría griega.
El árabe se inclina
hacia el sistema ma'na -pensamiento "auricular",
"pensamiento confundente"(20)- por la ausencia de
las amarras del verbo ser como verbo de ligación, por la indeterminación
semántica de sus radicales trilíteres etc. Hay, así, una despretensión
de alcanzar la ousía, la substantia. Tal despretensión
es confirmada por la religión y, en especial, por la doctrina
mu'atazilita, el pensamiento teológico impuesto oficialmente
por Al-Ma'amun en Bagdad. Se pueden aplicar al Álgebra las consideraciones
de Lohmann sobre la "distorción" en la recepción de
la filosofía griega por los árabes y, especialmente, por Averroes:
"(Un aspecto) que se debe tener en
cuenta para compreender la intención del Comentador (en
su interpretación de Aristóteles) es la noción de essentia
(como traducción de la palabra árabe dhat). Dhat
-concepto profundamente enraizado en el aristotelismo árabe
en la especulación teológica islámica del siglo IX, en Bagdad-
es la esencia de Dios, en oposición a sus atributos,
por cuya mediación, se habla de Dios en el Corán. La esencia
de Dios, según la doctrina mu'tazilita es absolutamente
trascendente en oposición a esos atributos. Esa trascendencia
absoluta de Dios -expresa por la noción dhat y traducida
en latín por essentia-, en oposición a todas las
nociones descriptivas (sifat, en árabe) (...)
se volvió una trascendencia de la cosa real en relación
al intelecto humano".
A todo eso, añádase
el criterio -por cierto no casual- de selección de fuentes del
mismo Al-Khwarizmi. Solomon Gandz, el moderno editor de Al-Khwarizmi,
considera esencial, en el fundador del Álgebra, su carácter
oriental, no-griego y aún anti-griego. Vale la pena transcribir
su introducción al capítulo "Mensuración" del Kitab:
Al-Khwarizmi, el antagonista del influjo griego
En la universidad de Bagdad, fundada por
Al-Ma'a-mun (813-33), la Bayt al-Hikma, donde
Al-Khwariz-mi trabajó bajo el patrocinio del Califa, floreció
también un antiguo compañero suyo, Al-Hajjaj ibn
Yu-suf ibn Matar. Este era el jefe de la corriente
favorable a la recepción de la ciencia griega por parte
de los árabes. Ha dedicado toda su vida a traducir al árabe
las obras griegas. Aún en el califato de Harun al-Rashid
(786-809), Al-Hajjaj había traducido Los Elementos
de Euclides (...). Posteriormente (829-830), tradujo el
Almagesto. Ahora bien, Al-Khwarizmi nunca menciona
a su colega y ni siquiera sus obras. Euclides y su Geometría,
aunque disponibles por la buena traducción de su compañero,
son de todo ignorados por Al-Khwarizmi, cuando él escribe
sobre Geometría. Y en el "Prefacio" de su Álgebra,
Al-Khwarizmi claramente enfatiza su propósito de escribir
un tratado popular que, al contrario de las matemáticas
teóricas griegas, sirva a fines prácticos del pueblo en
sus negocios de herencias y legados, en sus asuntos jurídicos,
comerciales, de explotación de la tierra y de escavación
de canales. Al-Khwarizmi es todo lo contrario de un discípulo
de los griegos: es el adversario de Al-Hajjaj y de
la escuela griega. Él es el representante de las ciencias
populares nativas. En la Academia de Bagdad, Al-Khwarizmi
representa una reacción en contra de la introducción de
las matemáticas griegas. Su Álgebra produce una impresión
de protesta contra la traducción de Euclides y contra toda
la tendencia de acogida de las ciencias griegas(21).
5. Árabe x Griego: los conceptos de razón
y proporción
La geometría griega
es el modelo acabado del sistema griego, de una "lengua
de visión", en correspondencia, tanto cuanto posible, biyectiva
con lo real.
Ese "tanto cuanto
posible" impone sus límites: en la matemática griega, no
encontraremos el número cero (el cero no tiene correspondiente-logos
con lo real) y es conocido el escándalo histórico que se produce
tras la descubierta de la incomensurabilidad de grandezas (el
número irracional, ¡para los griegos a-logos!, entra
en contradicción con el mismo sistema de pensamiento). Por otra
parte, Euclides(22) afirma que el uno es la realidad
y la unidad es aquello por lo cual se dice, de cada uno de los
entes que son, que es uno.
Bien distintas son
las cosas para el árabe: su sistema lengua/pensamiento no es
logos, sino ma'na: prevalece no la pretensión
de que el lenguaje acompañe pari passu el ente, sino
el sentido mental (intentio, ma'na), independiente
de la correspondencia-logos con lo real.
De ahí que la ciencia
árabe, por antonomasia, sea el Álgebra (con cero y números negativos
etc.). Y lo irracional, en la incomensurabilidad geométrica,
es aceptado con total naturalidad por el árabe.
Es oportuno en ese
sentido describir -aunque de modo breve- la superación del sistema
logos en el caso paradigmático de la acogida árabe de
los conceptos matemáticos de razón y proporción(23).
Esa superación tiene
un importante marco en el famoso matemático y poeta Omar Khayyam,
que abre el camino para el establecimiento de los números irracionales.
Para analizar los
conceptos de razón y proporción en los Elementos,
comencemos por la observación de Heath: "Es digno de atención,
el hecho de que la teoría de las proporciones recibe doble tratamiento
en Euclides: se refiere a grandezas en general, en el libro
V, y sólo al caso particular de números, en el libro VII"(24).
Para Heath, Euclides
sigue la tradición: reproduciendo la antigua teoría de proporciones
(anterior a la crisis de los incomensurables) y también la nueva,
atribuída a Eudoxo (la del libro V). Esta definición (V, def.
5) afirma: "Se dice que magnitudes están en la misma razón
-la primera para la segunda y la tercera para la cuarta- cuando:
para qualesquiera equimúltiplos que sean tomados de la primera
y de la tercera comparados a qualesquiera equimúltiplos que
sean tomados de la segunda y de la quarta; los primeros equimúltiplos
coinciden en superar (o igualar o inferar) los segundos equimúltiplos
respectivamente tomados en orden correspondiente".
Vuillemin hace notar
que esta teoría permite eludir el problema de los irracionales(25):
el concepto de razón se subtrae al ámbito de la medida (y se
evita, por tanto, el escándalo de los incomensurables).
Y es precisamente
esa definición de razón la que será objeto de crítica por parte
de Omar Khayyam: para él, Euclides no hubiera atinado con el
verdadero significado de razón, que se encuentra en el
proceso de medida de una grandeza por otra(26).
Así, Omar Khayyam
define A:B = C:D
"Todos los múltiplos de la primera
son retirados de la segunda, hasta que se llegue a un resto
menor que la primera e, igualmente, todos los múltiplos
de la tercera son retirados de la cuarta, hasta que se llegue
a un resto menor que la tercera. Y el número de múltiplos
de la primera en la segunda es igual al número de múltiplos
de la tercera en la cuarta. Y más: se extrae de la primera,
todos los múltiplos del resto de la segunda, hasta obtener
un nuevo resto menor que el resto de la segunda e igualmente,
se extrae de la tercera, todos los múltiplos del resto de
la cuarta, hasta obtener un nuevo resto menor que el resto
de la cuarta. Y el número de múltiplos del resto de la segunda
es igual al número de múltiplos del resto de la cuarta.
Etc.
Y, así, ad infinitum. Entonces,
la razón entre la primera y la segunda es necesariamente
la que se da entre la tercera y la cuarta. Esta es la verdadera
proporcionalidad a modo geométrico"(27).
Este proceso -ya mencionado
por Aristóteles- es lo que los griegos llaman antanairesis
o antiphayresis:
La cantidad menor,
digamos B, es sustraída de A, con resto R1.
Y así R1 = A - q1B.
Enseguida, R1 es sustraído
-tanto cuanto posible- de B:
R2 = B - q2R1,
Y de ese modo se procede
indefinidamente...
Tras afirmar la excelencia
de la antiphayresis, Omar Khayyam plantea la cuestión
decisiva para el establecimiento de los números irracionales:
si la razón debe ser entendida como un tipo de número.
Desprendidos del enraizamiento
griego en la correspondencia pensamiento/realidad, autores árabes
como Nasir ad-Din at-Tusi no tendrán inconveniente
en considerar todas las razones (y los irracionales, como límites
de las antiphayresis) como números.
Una tal acogida sólo
es posible en sistema ma'na...